Aprende un idioma más fácil y rápido haciendo asociaciones
En los últimos años, la neurociencia ha transformado nuestra comprensión sobre cómo aprendemos y retenemos información. Un descubrimiento clave es que asociar nuevos conocimientos con lo que ya sabemos, no sólo facilita la comprensión, sino que también potencia nuestra capacidad para recordar y aplicar lo aprendido. Este principio es especialmente útil cuando se trata de aprender un nuevo idioma.
¿Cómo funciona el cerebro al aprender?
Nuestro cerebro está compuesto por millones de neuronas interconectadas que forman redes de información. Cada vez que adquirimos nuevo conocimiento, se crean conexiones neuronales nuevas. Estas conexiones pueden ser débiles o fuertes, dependiendo de la forma en que procesamos y relacionamos la información.
Imagínate esas conexiones como carreteras: Si tienes una carretera que usas constantemente, seguro esa carretera se va a ir ampliando y le vas a ir haciendo mejoras; por el contrario, si tienes una carretera que no usas, poco a poco va a convertirse en una trocha hasta desaparecer por completo.
Lo mismo pasa con tus conexiones neuronales: tienes que usarlas, pavimentarlas, ponerles luces y señalización, pintarlas, y hacerles mantenimiento frecuentemente, hasta que ya estén muy bien asentadas.
Aquí es donde entra en juego el concepto de aprendizaje asociativo, que consiste en vincular lo nuevo con lo previamente conocido para reforzar esas conexiones. Es como juntar una vía nueva con una autopista.
Un estudio de 2021 publicado en la revista Nature Communications reveló que, cuando el cerebro logra asociar nueva información con conocimientos ya establecidos, se activan redes neuronales más amplias, facilitando la retención a largo plazo. Este proceso, conocido como "potenciación sináptica", optimiza la manera en que recordamos.
Aplicando este principio al aprendizaje de idiomas
Cuando aprendemos un nuevo idioma, es común sentir que estamos construyendo desde cero, y es normal sentirse así. Sin embargo, al utilizar el conocimiento que ya tenemos —ya sea de nuestro idioma nativo o de otro idioma que hemos aprendido— podemos acelerar el proceso de adquisición. Aquí te doy algunos ejemplos prácticos de cómo aplicar este principio:
Reconocer patrones gramaticales: La mayoría de los idiomas comparten estructuras gramaticales básicas. Por ejemplo, si sabes cómo funcionan los tiempos verbales en español, puedes asociar esa comprensión al aprender los tiempos en inglés o en italiano. Esta asociación hace que la transición sea más fluida.
Conectar vocabulario similar: Muchas palabras en diferentes idiomas tienen raíces similares. Por ejemplo, las palabras "biology" en inglés y "biología" en español provienen de la misma raíz griega. Identificar estas similitudes reduce la carga cognitiva de memorizar palabras nuevas y fortalece las redes neuronales responsables del vocabulario.
Usar experiencias previas: Relacionar conceptos abstractos de un nuevo idioma con experiencias personales en tu idioma nativo facilita la comprensión. Al hacer esto, el cerebro activa áreas relacionadas con la memoria emocional, lo que mejora la retención a largo plazo, como lo destaca un estudio de Frontiers in Psychology de 2020.
Beneficios cognitivos del aprendizaje asociativo
Este enfoque no solo facilita el aprendizaje, sino que también fortalece el cerebro en general. La neuroplasticidad —la capacidad del cerebro para reorganizarse y crear nuevas conexiones— se potencia cuando establecemos relaciones entre lo que ya sabemos y lo que estamos aprendiendo. Esto no solo aumenta nuestra capacidad para aprender idiomas, sino que mejora nuestra resolución de problemas, creatividad, y flexibilidad cognitiva. (Por eso soy tan fan de aprender idiomas: es muchísimo más útil de lo que la gente piensa).
En resumen, al aprender un nuevo idioma, no estás empezando desde cero. Tienes un bagaje de conocimientos que puedes usar a tu favor. Asociar lo nuevo con lo previo no solo hará que el proceso sea más eficiente, sino que también reforzará tus habilidades cognitivas a largo plazo. Así que la próxima vez que te enfrentes a una nueva palabra o estructura gramatical, piensa: ¿qué de lo que ya sé puedo relacionar con esto?
Conclusión
La neurociencia nos confirma lo que muchos buenos maestros han sabido por años: aprender no se trata sólo de acumular información nueva, sino de construir sobre lo que ya sabemos. Aplicar este principio en el aprendizaje de idiomas no solo mejora nuestra capacidad para recordar, sino que también hace el proceso más gratificante y menos intimidante.
Si estás aprendiendo un nuevo idioma, empieza por identificar esos puntos de conexión con tu idioma nativo. ¡Tu cerebro te lo agradecerá!